jueves, 26 de abril de 2012


RESUMENES DE LOS CAPITULOS 5, 6, 7 Y 8



CAPITULO 5

¿Cómo hacer que las cosas marchen mejor?

“Apunte a la luna. Aunque no acierte caerá entre estrellas” dice Les Brown antiguo diputado estatal y hoy popular orador motivacional. Cuando las cosas no le estén saliendo bien pregúntese si esta pensando en cosas buenas o malas. Mientras escribo estas líneas, es verano, y anoche un amigo se quejaba que no podía salir a la intemperie en una noche de verano porque “atraía a todos los moquitos del país”. Conocí a un individuo que había alcanzado cierto éxito, pero una recesión económica afecto a la industria en la que trabajaba y muchos empleados (entre ellos él) quedaron cesantes temporalmente, según sele dijo. Me dijo que uno que su problema inmediato era que una de sus hijas estaba a punto de entrar a la universidad y las otras lo harían poco después. Usted necesita ganar más, ¿no es cierto? Pues me acaba de dar varias razones por las cuales no está ganando los recursos adicionales que desea. Una de ellas es que, en lugar de competir consigo mismo, está compitiendo con su hermano. Obviamente este individuo poseía mayores capacidades de las que creía tener, pero se había venido menospreciando  a sí mismo durante tanto tiempo que llegó a creerse un inepto. A pesar de todo, aún brillaba  en su mente una pequeña llama de esperanza, que fue la que lo llevó a buscar la ayuda de una persona que él creía que le podía ayudar. Le aconsejé que hiciera en una hoja de papel una lista de sus buenas cualidades de personalidad, inteligencia, experiencia y habilidad natural, para obligarlo a reconocerse como algo y no como un don nadie, ya que tal era su autoevaluación actual. Debía imaginarse a cada una de las hijas por turno entrando a la universidad con buena preparación. Este hombre y toda su familia descubrieron el precioso secreto de hacer que las cosas marchen mejor, mucho mejor. ¿Qué es la ley de la oferta? Es la operación del principio de abundancia a que se refirió Jesucristo cuando dijo “Yo vine para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” (S. Juan 10). Habíamos estado practicando este principio durante veinte años sin saber que se le hubiera dado un nombre. Ruth y yo siempre hemos pagado el diezmo, aun en las épocas en que casi no teníamos bienes materiales, y habíamos recibido bendiciones sin tasa, de modo que esta conversación con Frank Boyden comprendí que habíamos estado trabajando con una ley básica de la prosperidad. El creador de todas las leyes científicas creó también la ley de la oferta para darnos a nosotros valores maravillosos de su infinita abundancia. No diga nunca que las bendiciones son escasas, o siquiera que el dinero es escaso, pues la sola afirmación de tal cosa las ahuyentará. Nunca piense ni hable de lo que falta porque el gran peligro es que la falta se vuelva realidad. ¡Si pudiera usted creer! ¡Si quisiera usted creer! Entonces nada sería imposible para usted. Thomas A. Edison también tenía un letrero enmarcado en la pared de su estudio. “Hay una manera mejor de hacer eso. Encuéntrala”. Una vez que yo acababa de hablar en el auditorio de una ciudad, un hombre que realmente estaba en deplorables condiciones mentales entró detrás del escenario. Era un joven, como de unos treinta años, y me dijo que se encontraba en una situación desesperada. Entonces le di una formula: “Primero, varias veces al día párese derecho, como si fuera a alcanzar el cielo con la coronilla.” “Segundo, piense alto. Piense pensamientos grandes, pensamientos victoriosos” “Tercero, le aconsejé póngase derecho espiritualmente. Piense en la grandeza de Dios. Diez veces al día repita en voz alta una de las mayores declaraciones afirmativas de fe: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Así, pues, termino este capítulo como lo empecé: Apunte a la luna. Aunque no acierte, caerá entre las estrellas.



CAPITULO 6

El día es suyo: ¡aprovéchalo!

Los pensadores positivos obtienen resultados positivos porque aprecian el valor inestable de un día, de hoy, no mañana, sino el día presente, y todos los demás días. El día le pertenece, de modo que lo convierte en una maravillosa experiencia creativa. Esas palabras colmadas de inspiración y estímulo que me ayudan todas las mañanas, llueve o truene, a aprovechar el día, son éstas: “Éste es el día que hizo el Señor, exultemos y gocémonos en él” (Samos 118:24) Por fortuna contamos con el día de hoy. ¿Qué vamos hacer con el? La respuesta es fácil. Vamos a seguir trabajando hacia nuestras metas, y pese a los reveses, contratiempos y dificultades que se nos puedan presentar, seremos realizadores porque somos pensadores positivos. Mi esposa Ruth y yo visitamos la gran provincia de Alberta, en el Canadá, donde las vastas llanuras llegan hasta el pie de las Montañas Rocosas. Ella, que siempre tiene la mente práctica, me contestó: “Bueno, si practicas ese pensamiento positivo de que hablas, vivirás largo tiempo” Personalmente me ha ayudado mucho la máxima de que “no hay mal que por bien no venga”; y siempre me ha servido, cuando las cosas se ponen difíciles, recordar el dicho de que “el martillo quiebra el vidrio pero forja el acero”. El capitán Max Cleland era un joven vigoroso hasta una mañana de 1968 en Vietnam, pero antes de que cayera la noche su robusto cuerpo era una ruina: la explosión de una granada le arrancó ambas piernas y el brazo izquierdo. Para cuantos conocen a Max Cleland es evidente que Dios le está ayudando en los pasos difíciles, acompañándolo todo el camino. Ann Person se encontraba recluida en cama en el hospital, y su esposo, Herb, estaba enfermo. De niña, cuando les hacía vestidos a mis muñecas, soñaba que algún día iba a ser una famosa diseñadora de modas; y durante muchos años perseguí esta meta. Fue en mis clases de costura donde sentí con mayor fuerza que mi viejo entusiasmo volvía a bullir dentro de mí. Yo ardía de entusiasmo por mi trabajo y por una vida que no había conocido desde la niñez. No me cabía duda de que la fuente de esta vitalidad era Dios. Cuantas más historias de este tipo leemos, más debemos persuadirnos de que somos capaces de hacer las cosas por nosotros mismos. Una noche viajaba yo en automóvil acompañado de un individuo que me conducía a un lugar donde tenía que hablar. Yo tuve la fortuna de que nunca me dieran un empleo que ya era de éxito. Al sacar adelante la que está en decadencia, obtiene usted un éxito personal. El entusiasmo es contagioso. Se transmite de unos a otros, pero  no lo puede uno generar en los demás si no lo siente uno mismo. Cuando visité por primera vez un salón de clases en el deteriorado sistema escolar, me impresionó la expresión de interés y curiosidad que vi en las caras de los muchachos. “Quiero que todos sepan que yo los considero entre los niños más inteligentes que he conocido. Me siento orgulloso de trabajar con ustedes”. Según un viejo dicho, uno nunca sabe lo que le traerá un día. Si ha desperdiciado oportunidades, vuelva el pensamiento al día de hoy. Sin duda todos los oradores pueden contar casos de personas cuya vida cambió fundamentalmente en estas reuniones. Una noche debíamos hablar tres conferencistas en una reunión de motivación en Chattanooga. Jamás sabremos por anticipado cuándo nos va a llegar el gran momento. Esa realización de su vida puede empezar en cualquier día. Hace poco consagré una capilla en una gran planta industrial en Filadelfia. Él y su mujer, sobreponiéndose a la pobreza, habían fundado aquella gran fábrica que daba empleo a centenares de personas. Desde luego, la actitud positiva hacia  la vida tiene un enemigo, disimulado y sutil, que se llama el desaliento. Éste anda rondando siempre por los alrededores para hacer su papel depresivo siempre que pueda, pero hay un arma efectiva para destruirlo.    



CAPITULO  7

El pensador positivo se sobrepone al desaliento

¿El pensador positivo no de descorazona nunca? Claro que sí. Es un ser humano, sujeto a las alzas y bajas de los estados de ánimo; pero no se mantiene descorazonado porque ha aprendido a manejar este sentimiento. Cuando baja, déjelo bajar, pero mentalmente haga que su control mental restablezca rápidamente la dirección ascendente. Podemos utilizar el desaliento para encubrir nuestros fracasos y racionalizar nuestra incapacidad para actuar con éxito. Domine sus pensamientos. Usted puede hacer de ellos lo que quiera. Dominar los pensamientos sombríos. Dar autoridad a sus pensamientos positivos. Enseñorearse  de su vida como lo autorizó Dios. Enciérrese en un cuarto a puerta cerrada y siéntese tranquilamente. Siendo joven pasé por un periodo de desaliento. Cuando se le acumule a usted el desaliento y amenace aplastarle el espíritu y frustrar su actitud positiva, busque alguna persona comprensiva que quiera escucharlo en forma creativa. Naturalmente, no hay que esperar que el solo acto de escuchar elimine siempre el desaliento con tanto éxito como en el caso que he narrado. Puesto que el pensamiento es una cosa que ocurre en su mente y que usted puede controlar si tiene la voluntad de controlarlo, y el desaliento es una acumulación de pensamientos sombríos, usted puede escoger entre abrigar tales pensamientos o arrojarlos fuera de usted. El pensador positivo es indispensable para los procesos garantizados de mantener alto el espíritu, tan alto que el descorazonamiento no pueda penetrar. El pensador positivo es creativo, sereno, objetivo en cualquier situación en que se encuentre. Nunca lo apabullan los problemas, porque sabe que cada problema tiene la semilla de la solución, que toda dificultad encierra alguna gran posibilidad. Por tanto, para él un problema no es malo en sí, algo que hay que evitar o ahuyentar, sino un estímulo o una oportunidad que contiene algún bien inherente. He indicado anteriormente que en mi vida de trabajo he tenido la suerte de que no se me haya dado nunca un empleo fácil.  Los pensadores positivos pueden descorazonarse a veces, sencillamente porque son seres humanos. Como lo observé antes, a todos los seres humanos los afectan las alzas y bajas del estado de ánimo, la variabilidad de las reacciones emotivas; pero los pensadores positivos desarrollan la capacidad mental y espiritual de mantener su pensamiento operativo, cualquiera sea la situación. Después de cada fracaso hay que buscar un éxito. Ésa es la manera de comportarse un pensador positivo en una situación de fracaso, y ésa es la manera también de triunfar el pensador positivo sobre el desaliento.



CAPITULO 8

Suprima el hábito de la palabra negativa.

Los pensadores positivos dejan a un lado muchas palabras. Suprimen toda palabra o expresión negativa que les estorba para su crecimiento y desarrollo personal, tales como el si condicional, el no se puede, el imposible. Sencillamente las arrojan fuera de su vocabulario y de su pensamiento. Eso fue lo que hizo un hombre de quien he oído hablar. Un grupo de personas compraron un terreno para edificar una gran institución de servicio social, pero como sucede siempre, había ente el grupo algunos que abrigaban sus dudas sobre al factibilidad del proyecto. Pero había entre ellos un hombre positivo e innovador a quién se le ocurrió una idea genial: En efecto, cerco su parcela y colocó en ella tres lápidas pequeñas. Los pensamientos, ideas y conceptos que se alojan en nuestra mente producen actitudes y creencias, y éstas a su vez determinan si triunfaremos o fracasaremos. Mi esposa, Ruth conoció una vez a un granjero de Dakota en una comida, en una población de los llanos occidentales. El granjero había vivido muchos años con la naturaleza. Había convivido con los elementos, el viento, el frío, el calor y los tornados. Recuerde la historia de Mordecai Brown, uno de los más grandes lanzadores de las grandes ligas de béisbol en su tiempo. Un pensador negativo se habría lamentado diciendo: “Ya no podré jamás ser lanzador de pelota. ¡Si no me hubiera ocurrido ese accidente! Pero con esta mano lastimada no puedo lanzar la pelota. ¡Adiós sueños! Es imposible” El pensador positivo es un creyente. Cree que nada es demasiado bueno para ser verdad, así que cree en los milagros. Un hombre de pensamiento negativo estaba casado con una mujer de pensamiento positivo. Esa noche se lo mostró a su mujer diciéndole: Mira lo que me encontré en una caja de mercancía  que estaba desempacando. Lo pondría allí algún inglés chiflado, si no loco. Con esto se enzarzaron en una de sus disputas amistosas, hasta que Helen acudió al diccionario y allí leyó: “Milagro…suceso o cosa extraordinaria y maravillosa” Si usted quiere saber cómo será dentro de cinco o dentro de diez años, lo único que tiene que hacer es leer los pensamientos que hoy dominan en su mente. Expresiones comunes que indican expectación negativa son: ”A mí todo me sale mal”, “Ya sé que no podré hacerlo”, “Va a hacer un día pésimo”. Si adoptamos ideas erróneas, también podemos desecharlas. Si desarrollamos patrones erróneos de pensamiento, en nuestra mano está, si queremos, abandonarlos también. Desgraciadamente muchas personas no ven los grandes valores de la vida, debido a procesos lastimosamente tergiversados de pensamiento. Una de las principales razones por las cuales yo escribo sobre la necesidad de tener fe  y practicar el pensamiento positivo, y triunfar finalmente sobre toda suerte de derrotas y adversidades, es que o creo en al vida, y la  amo.





WILDER AROLDO CLEMENTE LOPEZ

CARNÉ  0219-03-6716



                                                                                                                  








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